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  Descripicion del cebo mas importante 14-03-2025 03:00 (UTC)
   
 
Americana
 
También conocido por “guanamino” en algunas zonas, se ha convertido en poco tiempo en uno de los cebos más populares de nuestro país. Y también es uno de los más caros. De hecho, la cantidad que se paga por una docena de estos anélidos, suele ser mucho más elevada que lo que pescaremos con ellos.
Es una gusana muy resistente en el anzuelo y que puede adquirir grandes dimensiones, aunque lo más habitual es que midan entre 10 y 15 cm, pudiendo llegar con facilidad hasta el medio metro. Aguanta muy bien el lanzado, por lo que es ideal para los aparejos pesados de surf casting.
Además, presenta la ventaja de no sucumbir a los ataques de los “pezqueñines”, que apenas causarán mella en su robusto cuerpo. Por tanto, se conservará en el agua en perfecto estado de revista durante bastante tiempo.
Esto es crucial cuando perseguimos grandes peces con cebos relativamente blandos, pues los ejemplares mayores son raros y siempre habrá algún “pezqueñín” que se encargue de destrozar nuestra carnada antes de que el grande la encuentre.
Por último, debemos tener cuidado cuando la encarnamos, pues este anélido acostumbra a mordernos con sus diminutas pero fuertes mandíbulas al ser manipulado. No nos infringirá un grave daño, ni es venenoso, pero puede resultar doloroso.


Sardina
 
La sardina es un cebo tradicional que nunca ha perdido vigencia. Al margen de que, en la actualidad, proliferen nuevos cebos, o cebos que hasta hace poco tiempo eran casi desconocidos para la mayoría de los aficionados, la sardina sigue presente en los puestos de cabeza del ranking de cebos marinos.
Y es que la modesta pero siempre efectiva sardina tiene mucho a su favor: primero su precio y su amplia distribución, lo que posibilita un acceso fácil para cualquier aficionado; y segundo, su demostrada capacidad de atracción, que consigue gracias a un penetrante aroma.
Entre los defectos que pudiera presentar, se cuenta el de su poca consistencia en el anzuelo como principal inconveniente, y el de no ser demasiado efectiva si tratamos de capturar pequeños peces de escollera, como los lábridos, que entrarán mejor a los anélidos, o a pequeños crustáceos como las quisquillas.
No obstante, para la mayoría de los peces, en especial los de cierta envergadura y todos los pelágicos, la sardina constituye un cebo fantástico, siempre recomendable. Y, si somos aficionados a la pesca nocturna, no se lo piense más: compre un kilo de sardinas y llénelas de acero. Ah! Y no se preocupe si ha comprado demasiadas: puede comérselas (cosa poco aconsejable con otros cebos) en sustitución de aquello que no pescó, puede salarlas y utilizarlas en posteriores ocasiones o, si no, macháquelas, añádales sal, arena y harina, y guarde el macizo –o engodo- resultante en un bote plástico.
Lombriz de tierra
 
Es el equivalente terrestre de los anélidos marinos y funciona estupendamente para casi toda clase de peces que pueblan las aguas continentales, pero también para muchas especies marinas.

 

Es fácil encontrarla en los comercios especializados en pesca, si no queremos cavar, pero también podemos esperar a que llueva para atraparla –sobre todo de noche-, en los prados y campas, donde sale a retozar cuando éstos alcanzan la humedad deseada. Entonces podremos atraparlas fácilmente y constituirá una buena ocasión para ir a pescar al río más próximo con estas lombrices en los siguientes días tras el chaparrón, pues seguro que las aguas han arrastrado a algunas de ellas, y el pez encontrará muy natural nuestro cebo.
Por tanto, si usted pesca con otros cebos o con artificiales y una tormenta hace aflorar a la superficie a un buen número de lombrices de tierra, coja un puñado y váyase al río. Seguro que hará una buena pesca, pues son, precisamente, esas lombrices, las que está esperando el pez que caigan en su radio de acción arrastradas por el agua.
Pero, como hemos dicho al principio, también funciona muy bien con muchas especies marinas, entre las que se encuentran peces tan selectivos como el salmonete de roca. Hay viejos pescadores que sólo utilizaban lombrices de tierra como cebo, independientemente de que fueran al río o a la costa
Zapatero. Pachyprasus marmoratus
 
También llamado mulato y corredor, es el cangrejo de forma cuadrada y de tintes oscuros presente en todas las zonas mediolitorales y supralitorales de nuestra península. No le molesta la exposición prolongada al aire y al sol, y suele estar sobre las rocas al descubierto, siempre preparado para arrojarse al agua o esconderse en una grieta cercana.
Muchos peces litorales conocen está costumbre de arrojarse súbitamente al agua y allí lo esperan ansiosos, sobre todo los sargos y la lubina.
Por eso, este cangrejo puesto en el anzuelo y columpiándose en el vaivén de las olas, medio camuflado por la espuma, se vuelve irresistible para los peces que patrullan la escollera.
Si hemos cogido muchos cangrejos, tomaremos los más duros y grandes, los aplastaremos a pisotones y arrojaremos al agua sus pedazos para atraer y confiar a la pesca. Luego pondremos uno –lo más blando posible- en el anzuelo y lo arrojaremos de igual manera sobre la ola, en el momento en que ésta rompa contra las piedras. La picada en estas condiciones es decidida y brutal.
Los cangrejos zapateros son muy escurridizos y tratan de ponerse a salvo entre las piedras tan pronto como se sienten descubiertos. Durante el invierno, a causa del frío, se desplazan con cierta torpeza, -también cuando acaban de mudar y son blandos como una “gominola”; en ocasiones casi no pueden moverse y constituyen entonces el mejor cebo imaginable- pero en verano, especialmente los días calurosos, su metabolismo se halla "revolucionado" al máximo, y corren como almas que lleva el diablo.
Su estructura corporal está, asimismo, diseñada para la carrera y para guarecerse bajo las piedras y en las estrechas grietas de las rocas calizas. Sus patas, rematadas en uñas, son fuertes y ágiles, y su cuerpo plano les permite introducirse en estrechísimas rendijas.
Lo mejor para conseguir cangrejos recién mudados es bien simple. Deberemos buscarlos bajo las rocas que se hallan colindantes con el estrato supralitoral, en otras palabras, bajo las rocas que sólo reciben un aporte mínimo de agua marina en cada punta de marea.
Este cangrejo, como casi todos los crustáceos marinos, se enfrenta a un problema: puede vivir durante cierto tiempo en seco, pero necesita un aporte de agua marina con regularidad. Eso determina que los cangrejos zapateros o mulatos busquen estos emplazamientos para esconderse después de mudar, y se amparen al cobijo de las rocas que marcan el límite de la marea, lo justo para estar sumergidos unos minutos antes de volver a quedar en seco.
¿Por qué? Pues porque el cangrejo sabe que casi todos sus enemigos potenciales vienen de la mar y que a los peces les encanta engullir crustáceos blanditos y gomosos, como él en estos momentos. Por eso evitarán zonas que queden sumergidas a profundidad bastante como para que un pez pueda merodear por allí, y se acogerán a las zonas más secas, aunque, como decíamos, siempre dentro del radio de acción de la marea.
Ya saben donde buscarlos. Levanten las piedras –cuanto más grandes sean éstas, por regla general, mayores serán también los cangrejos que se esconden bajo ellas- y pongan a punto sus reflejos, porque a los cangrejos zapateros, con mucho fundamento, se les conoce también como “corredores”.
En caso de que renuncie de antemano a levantar piedras, sólo le queda una opción para capturarlos después de mudar, aunque no es muy recomendable, por el riesgo que conlleva desplazarse entre las rocas por las zonas tildales durante la noche.
Coja una linterna, póngase un calzado cómodo y a poder ser, cuya suela no resbale, y adéntrese en los pozos poco profundos que deja la marea. Allí los encontrará al descubierto, siempre y cuando los busque en charcos de muy escasa profundidad y alejados de la orilla. Cuidado con el verdín si camina de noche por esos vericuetos del litoral, tan húmedos y resbaladizos
Tita.
 
De aspecto alargado y carnoso, similar a una salchicha y de un tamaño que puede superar los 15 cm., la tita es uno de los mejores cebos de mar. Es muy apreciado en la pesca al lanzado pesado, pues su característica principal es la de ser muy resiste, por lo que podemos realizar lanzados muy potentes sin que este cebo se desgarre ni pierda la presentación original. Además, los pececillos tardarán mucho en arrancarlo del anzuelo.
Por ello, es ideal para tentar a las grandes piezas, que, generalmente, no son las primeras en encontrar el bocado que les tenemos reservado. La tita, gracias a esa resistencia que mencionábamos, seguirá cubriendo nuestro anzuelo y aguardando a esa dorada, a ese gran sargo o ese pargo al que iba destinado.
Es, asimismo, un cebo válido para todas las especies litorales.
Las titas pequeñas, llamadas “bibis”, son también excelentes, sobre todo para peces que poseen bocas más pequeñas o más delicadas, como es el caso del salmonete.
La tita es uno de los cebos más populares en el Mediterráneo, pero no ocurre lo mismo en el Cantábrico, donde es casi desconocido. Sin embargo, cada vez son más los aficionados que lo demandan, por lo que estimamos que, en un plazo breve, los comercios especializados en pesca deportiva comenzarán a ofrecerlo junto con los demás cebos tradicionales. Esperemos que eso llegue pronto y que todos los aficionados de este país podamos darnos el gustazo de pescar con este magnífico cebo.

 

Galera. Squila mantis
 
Estamos frente al cebo de moda. Este crustáceo de reducidas dimensiones carece de valor gastronómico, pero no de valor comercial, si nos atenemos a la alta demanda que presenta por parte de los aficionados a la pesca. En efecto, el kilo de galera cuenta más dinero que el de langostinos, aunque no se venda por kilos, sino por unidades o por docenas, en los mejores comercios de pesca deportiva.
En realidad, la galera es un feroz depredador arenícola que vive en túneles que le sirven de guarida y de puesto de caza. Acecha a sus presas y, cuando se ponen a distancia de tiro, las atrapa con sus pinzas para devorarlas a placer dentro del túnel que le hace las veces de madriguera.
En lo morfológico, guarda cierta semejanza con la cigala o con el cangrejo de río, pero sus hábitos no tienen nada que ver con los anteriores. Podemos atrapar galeras sirviéndonos de un tubo a modo de aspirador, que colocaremos sobre la boca del agujero donde vive, para “absorber” al animalillo y sacarlo de su guarida.
Lo más sencillo, sin embargo, sería comprarlo, aunque su precio puede ser a veces desproporcionado.
La galera es ideal para tentar a casi todas las especies de roca y de arena, se encarna con facilidad –sus pinzas son blandas e inofensivas- y puede reportar capturas insospechadas.
Gusana coreana.
 
Es quizás la más resistente de cuantas especies de anélidos marinos se comercializan. Irrumpió con fuerza en el mercado español hace ya bastantes años y se ha ganado merecida fama de aguantar carros y carretas.
Es ideal para peces pequeños y medianos, pero, sobre todo, es especialmente recomendable para el aficionado que no quiere prestar demasiada atención al cebo, pero quiere uno fácil de manipular, mantener, y con características universales en cuanto a los peces cuya captura posibilite.
Para eso está la coreana, que aguanta bien los cambios de temperatura, que puede vivir una semana en una caja dentro del maletero del coche, y que gusta a la mayoría de las especies marinas.
Es fácil también de encarnar, presenta un tamaño entre pequeño y moderado y es bastante consistente en el anzuelo.
Por cierto, las mayores, pueden “picar” levemente con sus mandíbulas cuando tratamos de encarnarlas, pero esto no debe asustarnos, pues nunca llegarán a herirnos
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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